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Audrey levantó la espada seria reclamando de nuevo aquello por lo que había ido a esa gruta.
-Despertad -gritó con la espada en alto- despertad por el poder que me otorgó el Rosettón, por el poder que se me confirió al ser aceptada como Reina del Reino de los Dragones.-Su voz era alta y potente y todos los dragones despertaron menos algunos que simplemente se convirtieron en humo instantes antes de desaparecer.

Ante tal visión los ojos de Audrey se aguaron y rápidamente empezó a llorar y sollozar. ¿Por qué habían muerto tantos hombres inocentes durante la Guerra? ¿Por qué sus dragones habían esperado hasta ese momento para ir en busca de ellos? Sentía su corazón en un puño, el sabor amargo de la pérdida en la garganta pero sabía que no podía desfallecer, no ahora que podía recuperar su Reino. Pero no pudo evitar llorar en silencio viendo como todos los dragones o bien despertaban o bien se elevaban en el recuerdo en busca del merecido descanso eterno.

Observó a los tres Dragones Salvajes y se acercó a ellos, en busca de consuelo, un consuelo que sabía no encontraría aún cuando todo eso hubiera pasado y la paz reinase de nuevo en su reino. -Lo siento -balbuceó- llegué demasiado tarde, lo siento. -Enseguida una mano amiga se cerró en su hombro y ella se abrazó a Azlek. ¿Por qué? ¿Por qué habían muerto tantos, por qué?

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Audrey levantó la espada seria reclamando de nuevo aquello por lo que había ido a esa gruta.
-Despertad -gritó con la espada en alto- despertad por el poder que me otorgó el Rosettón, por el poder que se me confirió al ser aceptada como Reina del Reino de los Dragones.-Su voz era alta y potente y todos los dragones despertaron menos algunos que simplemente se convirtieron en humo instantes antes de desaparecer.

Ante tal visión los ojos de Audrey se aguaron y rápidamente empezó a llorar y sollozar. ¿Por qué habían muerto tantos hombres inocentes durante la Guerra? ¿Por qué sus dragones habían esperado hasta ese momento para ir en busca de ellos? Sentía su corazón en un puño, el sabor amargo de la pérdida en la garganta pero sabía que no podía desfallecer, no ahora que podía recuperar su Reino. Pero no pudo evitar llorar en silencio viendo como todos los dragones o bien despertaban o bien se elevaban en el recuerdo en busca del merecido descanso eterno.

Observó a los tres Dragones Salvajes y se acercó a ellos, en busca de consuelo, un consuelo que sabía no encontraría aún cuando todo eso hubiera pasado y la paz reinase de nuevo en su reino. -Lo siento -balbuceó- llegué demasiado tarde, lo siento. -Enseguida una mano amiga se cerró en su hombro y ella se abrazó a Azlek. ¿Por qué? ¿Por qué habían muerto tantos, por qué?