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Jime17 — Tic Tac
Published: 2015-12-02 02:10:48 +0000 UTC; Views: 193; Favourites: 2; Downloads: 0
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Description Pasaron un trapo por su piel, delicadamente, para quitar la fina capa de polvillo que se había formado con el pasar de los días.

Se sintió renovada, limpia al fin. Si pudiera, le habría dirigido una mirada de reproche al mayordomo por haberla dejado abandonada en la suciedad, pero este se alejó nuevamente para continuar limpiando.  

Esa noche, había una gran fiesta para conmemorar el compromiso de los dueños de la mansión.

Estaba emocionada. Ya no podía esperar a que el sonido de los violines ahogara el eco de aquellas manijas de reloj tan sentenciadoras. Cada vez que resonaban en el pasillo, sentía su mármol estremecerse, despedazarse un poco más, aun cuando estaba en perfecta condición.

Era su oportunidad. Buscaría con anhelo aquellas manos que la pudieran inmortalizar una vez más. Hacía ochenta años que veía la vida pasar desde la forma de una estatua. Estaba lista para ser retratada nuevamente, tal vez, en los trazos ágiles de un pincel, para ser admirada por décadas y décadas.

El tic tac que le recordaba la inminencia del paso del tiempo le anunció que eran las nueve de la noche, y pronto la mansión se llenó de vestidos, tacos, trajes y conversaciones forzadas con segundas intenciones.

Lamentaba que la fiesta fuera en el primer piso, tan alejada de ella. Pero, por lo menos, se hallaba en el pasillo que dirigía al baño, por lo que alguien, eventualmente, cruzaría su camino.

No tenía preferencia. Hombre o mujer, solo quería encontrar de nuevo a aquellos ojos que la mirarían con pasión, devoción; a aquella obsesión perfeccionista que no se detendría hasta capturar con precisión su eterna belleza.

Comenzaba a impacientarse. El festejo terminaría en par de horas y aún no había hallado la víctima ideal.

Sentía  el pánico carcomerla, haciendo agujeros en su piel de piedra, hasta que una mano se detuvo en su rostro.

Cálida, áspera, olía a pintura. Sus dedos recorrían los contornos tallados de su cuerpo, con paciencia, como memorizando cada detalle.

La satisfacción la invadía. Por fin dejaría atrás aquella existencia tan nula, tiesa, para poder trascender en el tiempo y ganarle a las agujas del reloj.

El hombre la miró fijamente y se quedó así por unos minutos. Lo tenía bajo su hechizo, completamente convencida de que esta sería su victoria, pero...

Sacudió su cabeza con un leve movimiento y alejó su mano con brusquedad, como si hubiera sido quemado. Acomodó el cuello de su camisa con manos temblorosas y una expresión nerviosa y resumió su camino al baño, aunque no sin mirar hacia atrás un par de veces.


Tic tac, se mofó el reloj. Tic tac, retumbó en el pasillo. Tic tac, lengua de su olvido.
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