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MissBlackRaven — A Traves del Cristal - Capitulo 10 by-nc-nd
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Published: 2017-06-09 00:23:35 +0000 UTC; Views: 1256; Favourites: 0; Downloads: 0
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Description Capítulo 10
En pleno centro de la ciudad capital, una pareja mantenía las luces de su apartamento encendidas por más que ya pasara de las tres de la mañana. Sobre la mesa de la cocina, se encontraba un variado y colorido despliegue de brochas, productos y demás menesteres necesarios para maquillar. Sentados frente a frente a un lado de la mesa, Philip se avocaba a la tarea de llevar al rostro de su pareja el diseño de maquillaje artístico que había decidido presentar en el concurso. – ¿No te parece que una mariposa es resaltar lo obvio? –preguntó el modelo mientras veía el diseño en papel.
-No es una mariposa, es un pavo real –respondió el artista algo ofendido. -¿Dónde has visto una mariposa azul y verde?
-Seguramente hay y eso es una, te digo, de pavo real no tiene nada.
-Bueno, entonces tal vez solo te pinte una gran corona en la cara, ya que lo de pavo lo tienes y de sobra.
-¿Cómo? –preguntó ofendido
-Ya deja de hacer expresiones o vas a arruinar mi trabajo.
-Está bien, pero ¿Tienes que ponerme este pegote en el rostro?
Philip suspiró con resignación. –Es eso o te afeito las cejas.
Ante esa declaración Sora se mantuvo lo más quieto que pudo, dejando a su pareja trabajar en ocultarle las cejas lo mejor que podía. –Ya, ahora deja que eso se seque un momento.
A medida que guardaba los productos que ya no necesitaría, Philip se dispuso a ver las últimas noticias del concurso en la página web. La sección de inscriptos que participarían ese año se había actualizado y había varias caras nuevas por descubrir. Miró las fotos de todos, leyendo sus especialidades. –Mucha gente nueva, sobre todo en lo que es costura –murmuró casi para sí mismo. Sus ojos se concentraron en una foto que le llamó poderosamente la atención. –Jasper, veinticuatro años, estudiante de diseño… ah es de una ciudad pequeña, a ver, trabajos de muestra… -los ojos de Philip casi se salen de sus órbitas. –De verdad es muy bueno –dijo incrementando sin querer el volumen de su voz. Había visto trabajos de principiantes muchas veces en su vida, pero los trajes que estaban bajo el nombre de Jasper le atrajeron por la originalidad y el bello acabado. No eran piezas muy complejas pero parecían sacadas de realidades fantásticas y mundos nuevos. Philip no pudo evitar sentir un gran interés por la mente que había sido capaz de idear esas obras.
-Ya estás mirando a otro, no tienes remedio –la voz de Sora interrumpió su pensamiento, asomándose sobre su hombro había estado mirando las fotos del sujeto en cuestión con ojos llenos de celos.
-Claro que no, es del concurso.
-¿Y qué te importa a ti los inscriptos en diseño de moda?
-Todas las categorías importan ¿Qué tal si este de aquí gana y necesita un maquillador?
-No me importa, ya me maquillas a mí ¿Qué más quieres?
Philip suspiró con resignación, era inútil intentar razonar con su pareja una vez el ego se apoderaba de él. Sobre todo, no quería tener que mentirle ya que esta vez tenía razón. El joven diseñador le había llamado la atención a un nivel más profundo que lo estrictamente profesional y sabía que no olvidaría las perfectas líneas de su rostro, ni esos hermosos ojos marrones pronto.
-¿Estás enojado? –le preguntó a su pareja con el rostro lleno de intriga.
-¡Por supuesto que estoy enojado! –Sora se cruzó de brazos y giró su rostro en una evidente mueca de desagrado.
-Ah, pasa que como no puedes mover las cejas no puedo saber, espera y te hago unos carteles…
-Ay ¡Te odio Philip! Quítame esto del rostro.
-Jajajaja, no, no se puede y ni se te ocurra llorar, ahora ven que te termino la base.

A más de ochocientos kilómetros de distancia, dos amigos esperaron el autobús cargados hasta las muelas de bolsos y mochilas. Se subieron al mismo, sufriendo el peor viaje de sus vidas y ahora se encontraban en la puerta de la casa de su nueva amiga esperando para entrar. En vez de atender desde el portero, ella salió a su encuentro.
Habían transcurrido tres meses desde el primer momento en el que decidieron trabajar en su casa y solo quedaban tres más hasta la fecha del concurso. Luego de mucho hablar al respecto, Cami los había invitado a mudarse por el momento a una de sus múltiples habitaciones vacías. Al principio rechazaron amablemente su oferta, ninguno de los dos quería incomodarla ni tomarse demasiadas libertades, pero con el paso de los días, ir y venir desde el instituto a la pensión y luego hasta el barrio residencial se había vuelto una tarea de lo más cansadora. Decidieron finalmente aceptar y mudarse por el tiempo que faltaba para el concurso.
Cami tenía una enorme sonrisa cuando salió, se acercó y les dio un fuerte abrazo como ya era su costumbre. El frío del invierno había quedado atrás y una agradable brisa acompañaba los tibios rayos del sol de primavera. –Antes de dejarlos entrar –dijo con actitud ceremoniosa. –Esto es para ustedes. Acercó una pequeña cajita a cada uno, dentro se encontraba una llave. –Es una copia de la llave de entrada, bienvenidos a casa –la sonrisa de su nueva compañera iluminó su rostro por completo. Ni Jasper ni Kaoru se esperaban semejante gesto de bienvenida y dejando caer sus múltiples bolsos se apuraron a abrazarla entre gimoteos y sonrisas.  
La modelo les dio la opción de elegir su cuarto entre los que estaban desocupados, había una gran variedad de ellos. En un principio, los chicos pensaban que compartirían uno, pero ella les dio la opción de no hacerlo, si así deseaban, ya que lugar era lo que sobraba. Finalmente, acabaron por tomar cuartos separados para poder mantener un poco de orden en ellos y experimentar la privacidad.
Jasper se decidió por un cuarto que se encontraba en el primer piso, cerca del taller de costura. La puerta daba justo a la escalera que subía desde la sala de estar y tenía dos enormes ventanales hacia el frente de la calle que lo inundaban con la luz del sol. Estaba pintado y empapelado en delicados colores crema y celeste muy claro y comparándolo con el que acababa de dejar en la pensión, le resultaba de verdad enorme. Una cama de dos plazas de respaldar acolchonado, también en color crema, reinaba en el centro junto a sus mesas de luz. Todo el mobiliario, incluido el armario y una cajonera con espejo. Parecían bastante antiguos pero estaban conservados en perfectas condiciones.
Kaoru, en cambio, escogió una habitación del segundo piso. Se encontraba en el extremo opuesto de la de su amigo y parecía haber estado pensada para huéspedes originalmente. Le atrajo la decoración en distintos tonos de violeta y la disposición de los muebles. Contaba con una cama similar a la de Jasper, solo que ligeramente más moderna y además de los armarios, encontró de su agrado el gran escritorio de madera que se ubicaba en la pared opuesta. Era oscuro y antiguo y poseía infinidad de pequeños cajones y hendiduras, no podía esperar para registrarlos todos.
Mientras Jasper y Cami conversaban sobre algunos detalles de la convivencia, escucharon un grito que los dejó algo preocupados. Subieron las escaleras corriendo y al entrar en el cuarto de Kaoru con la preocupación impregnando sus rostros lo encontraron de pie junto a la ventana.
Su pequeño cuerpo, estático, con su silueta recortada por la luz de la tarde. -¿Estás bien? –se apresuró a preguntar su amigo. -¿Qué te pasó?
-Es… -Kaoru giró su rostro hacia quienes se mantenían expectantes en el umbral de la puerta. –Es hermoso… -dijo finalmente con la mirada vidriosa y las manos entrelazadas.
Ambos se acercaron a ver el paisaje y Jasper no pudo evitar quedar completamente cautivado por él. Los árboles cargados de flores del patio trasero se disfrutaban exquisitamente dese esa vista, al igual que el verde intenso del césped que contrastaba con el espejo de agua que formaba la piscina. –Ah, sí, me encanta esta vista –respondió Cami. -¿Por qué no sales?
La dueña de casa procedió a abrir el pestillo de la ventana que llegaba hasta el suelo. La persiana de madera estaba abierta ya que ella había acondicionado todos los cuartos lo mejor posible para que ellos los encontraran acogedores. A través de la abertura, se podía salir a una terraza que daba al patio trasero. Si los cálculos de Kaoru eran correctos, y casi nunca lo eran, ese espacio exterior era más grande que su vieja habitación.
Salieron afuera y encontraron que sobre el desgastado piso de baldosas rojas, se encontraba una mesa redonda de hierro junto con cuatro sillas. También había algunas masetas y canteros con flores que completaban el lugar. Kaoru no cabía de felicidad dentro de su pequeño cuerpo. -¿De verdad me puedo quedar aquí? –preguntó sorprendido, Jasper nunca lo había visto pedir permiso tantas veces. –Ya les dije que si, ahora vamos a trabajar que nos quedamos sin tiempo –la voz alegre de Cami los regresó a la realidad, era verdad, cada minuto que pasaba estaban más cerca del concurso y aún no estaban listos.

El sol calentaba el ambiente y se colaba por cuantas rendijas pudiera a la mañana siguiente a la mudanza. Cami despertó en su cuarto, luego de estirar sus delgados brazos y sentarse para salir de la cama, deslizó los pies en sus pantuflas negras y se dispuso a enfrentar un nuevo día. En vez de ponerse de pie inmediatamente como solía hacer, permaneció sentada un instante, algo era diferente. La enorme casa no solo se sentía más cálida con la primavera en su esplendor, algo más llenaba de luz y color sus antiguos pasillos. -¡Jasper, ya baja que hice el desayuno!
-¿Te envenenaste con algo que te levantaste temprano? –la voz grave pero dulce de Jasper se sintió en el pasillo junto a su puerta y Cami no pudo evitar bajar su cabeza conteniendo las dulces lágrimas que provoca la emoción. <>
Luego de peinar su largo cabello negro eligió de su amplio guardarropa un pantalón de jean azul oscuro y una blusa morada de mangas cortas con pequeñísimos volados en el borde inferior. Decidió dejarse las pantuflas puestas y así bajar a compartir el desayuno con sus nuevos compañeros. Descendió por la escalera con cuidado de no resbalar preguntándose qué habría preparado Kaoru para desayunar. En el comedor se encontró a Jasper que guardaba algunas hojas de dibujo en su carpeta, dispuesto a dejar todo listo antes de ir al instituto. –Buenos días –lo saludó con una sonrisa aunque aún se la notaba algo cansada, había sido una noche larga de costura y arreglos de la mudanza.
-Buen día Cami ¿Dormiste bien? –preguntó Jasper volteándose a mirarla.
-Si, muy bien ¿Ustedes? No sé si esas habitaciones tendrán algún problema, espero que no.
-Yo dormí muy bien, creo que a Kaoru se le hizo un poco más difícil.
-¿Por qué lo dices?
Jasper comenzó a contarle la peculiar noche que había tenido. Luego de poder acomodar sus cosas se dispuso a dormir. Su cama era de lo más cómoda y las sábanas suaves acariciaban su cuerpo. Por si eso fuera poco, Cami había rociado un poco de perfume y aún permanecía ese delicado aroma a vainilla en el aire. Se sentía un príncipe arropado en su castillo.
Fue en ese momento de completa comodidad que comenzó a pensar en el taller. << ¿Apagué la plancha?>> La sensación de haberla dejado encendida lo sacó de su estado de relajación. <> Se giró para entregarse al sueño << ¿O no la apagué?>> Abrió los ojos en las oscuridad de su cuarto. -¡Maldita sea! –fue lo único que pronunció mientras se quitaba las cobijas de encima.
Suponiendo que su nueva casera estaba ya dormida, salió de su habitación usando solo sus boxers grises y una camiseta blanca que hacía las veces de pijama. Caminando de puntillas, llegó hasta la puerta del taller y la abrió sin hacerla chirriar mucho. No quiso prender la luz, solo precisaba ver la maldita plancha y volvería a refugiarse en su “pastelillo de vainilla” como acababa de apodar a su nueva cama. <> Jasper suspiró aliviado, pero le duró poco la calma. Al instante, las blancas luces fluorescentes del taller se encendieron y casi se le sale el corazón del pecho. Tomó lo primero que encontró a su alcance para cubrir su escaso vestuario y se giró para mirar hacia la entrada. Sosteniéndose del marco de la puerta se encontraba Kaoru, ataviado con una enorme camiseta que le llegaba hasta las rodillas y sosteniendo su almohada en la otra mano. -¡Casi me matas del susto! –Jasper mantenía su voz en un susurro que era más un grito ahogado.
-No puedo dormir… -a veces, Kaoru parecía un adulto eficiente, inteligente y autosuficiente, otras, no podía distinguirlo de un niño indefenso. –Estoy muy… solo ahí arriba.
Jasper suspiró, recordó que su amigo venía de una pequeña casa, dónde compartía su habitación con sus hermanos y de allí había pasado directamente a vivir con él. No era de extrañar que una enorme habitación vacía se sintiera como un pequeño naufragio para él. -¿Quieres dormir conmigo? –preguntó Jasper intentando mirar los esquivos ojos de su amigo que se limitó a responder asintiendo varias veces.
-Bueno vamos. Jasper comenzó a caminar hacia la puerta del taller cuando notó que su amigo miraba extrañado en dirección a su entrepierna.
-Oye Jasper, sabes, si quieres que te haga una falda no tengo problema.
-¿Qué? ¿De qué hablas?
-Que estás en tu derecho de usar lo que quieras, no tienes que esconderte a la madrugada a probarte los moldes.
Jasper miró hacia abajo y por primera vez notó con qué exactamente había cubierto su ropa interior. En sus manos se encontraba un molde de papel de una delicada falda acampanada que habían estado trabajando, con la suerte de que se encontraba como si fuera a ponerse la prenda. -¡Ah! –dejó rápidamente el papel sobre la mesa de trabajo más cercana. –No, oye, solo me cubría.
-¿Desde cuándo te cubres de mí? Vamos que te he visto en situaciones peores –comenzaron a caminar hacia el cuarto de Jasper apenas éste hubo apagado las luces.
-Te digo que no es eso Kaoru –susurrar se volvía cada vez una tarea más difícil.
-¿Recuerdas cuando fuimos a nadar y perdiste el traje de baño?
-Ya Kaoru, déjalo.
-¿O esa vez que casi te matas de un golpe en la ducha?
-Ya te dije que… -Ah ¿Recuerdas esos calzones que…? –¡Ya! Que no es eso ¡Me cubría por si la que entraba era Cami! –Jasper se sintió bastante abochornado por haber recordado varios momentos vergonzosos a la vez y Kaoru comenzó a reír. –Te veo más animado ¿Te vas a tu cuarto? –la cara del pequeño cambió drásticamente.
-No, me porto bien, pero hoy no quiero estar allá solo.
-Bueno, acuéstate que es tarde.
Kaoru se acostó rápidamente, tenía una sonrisa en sus labios y Jasper no pudo evitar sonreír mientras sacudía la cabeza. Cuando apagó la luz del velador, supo que debía despedirse de su pastelillo tibio de vainilla dónde iba a dormir y darle la bienvenida a las múltiples patadas, tirones de sábanas e incluso diálogos nocturnos de su compañero. Se acostó a su lado y respiró hondo, el tenue aroma a vainilla ahora era opacado por el aroma a almendras que desprendía el cabello enmarañado recién lavado de Kaoru. A fin de cuentas, la vainilla sola es desabrida, pensó antes de cerrar sus ojos.
En la mañana, mientras Cami daba las gracias por tener amigos completando su hogar, Jasper maldecía su suerte. Amaneció cansado por haberse despertado más de una vez por los extraños movimientos y balbuceos de su amigo y muerto de frío desde que se cansó de intentar quitarle un poco de las sábanas y cobijas.
Kaoru no estaba en la habitación, por supuesto él había dormido de maravilla y en algún momento se había levantado lleno de energía. Incluso tuvo el descaro de pedirle que se apresurara a bajar para el desayuno, pero al menos había tenido la consideración de prepararlo.
Así que allí se encontraba ahora, intentando omitir las partes vergonzosas de la historia para los oídos de su amiga. No necesitaba todos los detalles. –Quiso dormir conmigo porque se sentía solo –dijo finalmente. –Así que lo dejé que se quedara a patearme toda la noche.
-Jajajaja –la risa de Cami fue sincera y espontánea. –Sabes –comenzó a decir ella mientras caminaban lentamente hacia la cocina. –Al principio pensé que ustedes dos eran pareja.
-Jajajaja –en esta ocasión fue Jasper quién inundó el ambiente con su intensa risotada. –Hay un problema muy grande que impide que seamos pareja –comenzó a decir muy divertido.
-Si… ya veo… -la vida parecía haberse fugado de las palabras de Cami. Jasper se giró para observarla y notó que su expresión no era otra que de sorpresa pura.
Cuando levantó la vista hacia el frente, vio a Kaoru, terminando de hacer unos waffles con algunas frutas encima, sirviendo dos grandes tazas de café, usando un vestido suelto, de tirantes, a cuadros azul marino con verde pálido sobre una remera blanca con muy finas líneas azules. –Ah, sí, eso, bueno ya ves –respondió Jasper muy divertido por toda la situación. -En términos prácticos, yo soy un imán pero Kaoru es de plástico.
Cami había viajado por el mundo, vivido entre diseño, moda y glamour toda su vida, sido portada de revistas y aprendido un sinfín de habilidades, pero definitivamente, ese desayuno calificaba entre las situaciones más sorprendentes en las que había estado.
El vestido de Kaoru, si bien era bastante amplio, dejaba ver una clara silueta femenina debajo. Su cabello seguía enmarañado, quizás más aún por haber dormido sin secarlo, su personalidad era la misma. Radiante, atolondrado, sarcástico. Pero no había lugar a dudas, ante ella se encontraba una mujer.
Kaoru les sirvió los waffles, que si bien tenían una forma algo desprolija parecían de lo más apetitosos y luego el café y se sentó junto a ellos en la pequeña mesa blanca que hacía juego con el resto del mobiliario de la cocina. –Kaoru… -comenzó a decir la modelo, pero no supo cómo continuar.
-Verás Cami –comenzó Jasper para sacarla del aprieto. –Kaoru es niña como puedes ver, pero a veces se le olvida.
-Jajajaja –Kaoru comenzó a reír. –Cállate, no se me olvida, digamos que suelo vestirme como me siento y es raro que me sienta femenina.
-Pero… -Cami se encontraba de verdad muy confundida. –Debería tratarte de “ella” entonces, supongo.
-Eso me tiene sin cuidado y ya me acostumbré a ser “él”, digamos que no tuve muchas opciones últimamente.

El día en que Kaoru y Jasper se conocieron en la pensión, su futuro compañero de cuarto no fue el único que pensó que se trataba de un niño. De hecho la dueña le preguntó si estaba perdido cuando lo vio en la puerta. Luego de explicar su edad y motivo, Rosa le pidió que subiera a ver la habitación disponible en el segundo piso. Cuando se disponía a acompañarlo, volvió a sonar el timbre de recepción y abrió la puerta a Jasper y Rory.
Una vez que Ambos decidieron que se quedarían con el cuarto, Jasper entregó el dinero y firmó los papeles velozmente y salió prometiendo regresar pronto. Inmediatamente después fue el turno de Kaoru.
Se sentó frente al ajado escritorio de madera, Rosa sacaba un par de papeles luego de revolver dentro de un cajón. –Muy bien ¿Tienes el dinero? –preguntó, ante todo cuentas claras.
-Sí, claro –respondió algo nervioso estrujando sus manos.
-Bien, algunas reglas entonces –Rosa apagó su cigarrillo en un cenicero atestado de colillas. –Los inquilinos deben lavar su propia ropa y dejar limpias las zonas comunes –Kaoru se limitaba a asentir con los ojos muy abiertos. –No se puede dejar comida en los cuartos, y deben limpiarlos ustedes que yo no soy mucama de nadie. Nada de fiestas ni ruidos molestos, se prohíbe el acceso de mujeres después de las veinte horas y a cualquier hora en las habitaciones y nada de sustancias ilegales.
Los ojos de Kaoru casi se salen de sus órbitas <> podía sentir el sudor frío recorrer todo su cuerpo y había comenzado a mover un pie por el nerviosismo. <>
-¿Alguna duda? –preguntó Rosa que comenzaba a impacientarse.
-¿Eh? Ah, no, si, aquí está el dinero –dijo sacando de su bolso un cargado sobre. -¿Qué más tengo que hacer?
-Solo firmar este contrato –Respondió la casera luego de cerciorarse de haber contado bien la cantidad correcta en el sobre. Le alcanzó un manojo de hojas abrochadas en una esquina y Kaoru procedió a firmarlas una a una.
-Perfecto –respondió rosa corroborando todo. –Aquí está tu llave, puedes instalarte cuando gustes y bienvenido.
De todas las cosas por las que Kaoru se alegró ese día, su nombre andrógino y su peculiar estilo que le había sido tan criticado llegaban cómodamente al número uno en la lista. Solo le preocupaba que su compañero de cuarto no se sintiera incómodo al respecto, no quería mentirle, no le parecía correcto. De ser necesario, le pediría un tiempo prudencial y luego se conseguiría otro lugar donde vivir.
Afortunadamente para Kaoru, Jasper se rio mucho cuando se lo dijo. Prometió guardar el secreto y eventualmente se acostumbró a llamarlo y tratarlo como a un chico. Jasper también confesó a su compañero ese día que era gay, con algo de miedo a los prejuicios, pero se lo debía por haber sido sincero con él. –Por mí no te preocupes, mientras seas una buena persona el resto no me interesa, amor es amor a fin de cuentas.
Jasper todavía recuerda esas palabras, la primera persona en el mundo que no tuvo ningún pero, ninguna pregunta de seguimiento, cero prejuicios. Ambos se ganaron un lugar especial en el corazón del otro ese día.
En su nueva casa, los chicos repasaban la historia de cómo se conocieron agregando pequeñas anécdotas en el camino, mientras Cami disfrutaba de su compañía. Definitivamente eran personas únicas, pero no había un gramo de maldad en ellos. Se sintió feliz.
-¿Vas a ir a cursar así? –preguntó Jasper cuando notó que Kaoru tomaba su bolso.
-Sí ¿Algún problema? –la estoica respuesta confundió a Jasper.
-¿No te parece que vas a confundir a todo el instituto?
-Les diré que soy mi gemela malvada
-Jajajaja ya vamos que hay que volver temprano a terminar de coser –replicó Cami con suavidad mientras reía.
Esperaron el autobús, el sol calentaba bastante para ser tan temprano por la mañana, el desayuno había sido perfecto. Pero Cami tenía la sensación de que era por otros motivos que se sentía plenamente feliz.
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Comments: 3

Vikytoria-san [2017-06-26 07:34:04 +0000 UTC]

>.< esperando el proximo ^-^

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MissBlackRaven In reply to Vikytoria-san [2017-07-11 12:27:33 +0000 UTC]

Muchas gracias por leer mi historia! El capítulo 11 ya está disponible en el enlace de la descripción n.n

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Vikytoria-san In reply to MissBlackRaven [2017-07-11 19:47:50 +0000 UTC]

A leer!!!

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