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Description
Anne asentía conforme su sobrina se convencía de su identidad y entendía los porqués de lo ocurrido, el más liberador de los sentimientos que podría experimentar.
Entonces, llegó ante una falla.
- ¿Entonces por qué no pude curar a Likeia? ¿Por qué tuvo que morderla Geri? -
- He ahí la pregunta que nos trajo a esto, ¿cierto? Tu amiga, Hila, debía morir, había tomado una decisión al desobedecerle a Blibs, al desobedecerte a ti por Geri... La primera vez que te desobedeció, fue al alzar la caja que te correspondía en tu casa, y desencadenó con ello todo lo que desde entonces vivieron hasta este momento. La segunda, por intentar proteger a Gerdel, por defenderlo es que lo perdió para siempre. Por eso no pudiste curarla. Ni siquiera tú tenías derecho a interferir con el curso del Destino, hay acciones que no tienen vuelta atrás... Es la misma razón por la que tampoco ha utilizado su poder. Tus amigas y tú debieron pasar por la prueba al otro lado del espejo, para elegir. Su maldad en lo bueno es necesaria, sí, pero ahora la gobiernan. Eso es lo que Likeia no puede hacer a causa de su elección... Hay un lado obscuro que está aún muy lejos de controlar, y una nobleza a la que se aferra -
- Lik siempre me ha defendido, a todos a los que pudo... Ni siquiera tendría que haber pasado por el espejo... - sentenció Hil, que no estaba dispuesta a escuchar una sola palabra en contra de la que consideraba su mejor amiga.
- Estrella mía, sé que así lo sientes, pero la mayor diferencia entre ustedes dos, reside en el hecho de que tú seguiste luchando cuando lo creíste todo perdido, estabas dispuesta a continuar en tu postura... Pero Lik, ella sabe muy bien que, de no estar tú, cedería por completo a todo contra lo que ha luchado, cualquier medio sería aceptable para vengarse. Tenía que pasar su propia prueba... Tenía que hacerlo, porque la única manera de que pasara contigo como lo hizo, era que pudieran ponerse la una en el lugar de la otra en el mismo instante... y eso conlleva algo que no estaba previsto... su vida era el precio necesario... y como tú debía cederla ella misma - le explicó la mujer, señalando el lejano pilar vacío - Tú lo has dado todo por los demás, incluso por los que te traicionaron, es tu naturaleza, pero más importante aún, tu decisión... y ahora queda una última por tomar -
- ¿Otra? Son demasiadas para un sólo día, ¿no crees? - bufó la chica, dedicándole una sonrisa al cachorro que seguía echado a su lado, tironeándole de la ropa con descaro.
- Sí... pero ya has probado el amargo sabor de la decepción alma mía, sabes que no puedes esperar que de tus buenas acciones obtengas respuesta similar... Todo lo sucedido es real, como un escrito en papel... sólo falta el lacre para que se convierta en una carta.. Tienes que elegir tu regreso -
Hila escuchó con toda su atención, aunque de cierto modo como expectadora de un evento que ya le era ajeno, de algo que había ocurrido mucho tiempo atrás.
- Puedes regresar al momento en que aún no habías conocido a tus tres amigas, incluso a Marin. Olvidarás que todo esto pasó, serás la Druid del Fuego como te corresponde, pero no tendrás que pasar por esto, ninguna tendrá que hacerlo. Cada cosa será como la conoces, pero ninguno sabrá la causa -
Hil se levantó y apoyó al cachorro sobre el pilar y consideró la propuesta.
- ¿Cuál es la otra? - preguntó con cautela, volviéndose hacia aquella mujer que siempre le había traído paz.
- Puedes regresar en el instante en que el último grano de arena estaba cayendo -
- ¿Pero entonces... todo lo que pasó... la traición de Cirö... de Marin... Leon la odiará por mi culpa, Sergei...? ¿Todos lo recordarán? -
- No, sólo tú. Para ellos el recuerdo se hará cada vez más vago -
Entre más lo consideraba más le atraía la primera opción. Saber es doloroso, el conocimiento siempre resulta en algún punto una carga, uno es reponsable por lo que sabe. Olvidar era mucho más sencillo... Olvidar la libraría del rencor, de la culpa.
- ¿Pero si lo olvido, cómo es que evitaré que esto suceda? ¿Qué evitará que tenga que pasar de nuevo por la prueba? -
- Que olvides no significa que los eventos se borren... Esto no será necesario, ya habrá ocurrido -
Era lo mejor... No sólo por ella... Sus amigos habían sufrido mucho. Ara y Blibbers habían tenido que cargar en silencio el enorme peso de saber a qué se enfrentaban sin poder revelárselos a sus otras dos amigas... y Lik... tendría que perder a Geri cuando acababa de hallarlo, cargar con una maldición que ni siquiera podía terminar de despreciar... Era mejor olvidar.
Lamentablemente para ella, Hila tenía la impronta y mirando al cachorro directo a los ojos, dijo en un murmullo:
- Pero nunca los conoceré, ¿cierto? Ese es el precio... Si vuelvo atrás y esto no sucede, jamás conoceré a Leon... ni a Marin o a Cirö... No conoceré a Ara, ni a Blibbers... a ninguna,
¿verdad? -
- Es probable... Te ahorrarás de conocer a Sergei, de que todos te usen... -
- Pero no los conoceré... - repitió bajando la cabeza.
- No lo sufrirás, estrella, porque no recordarás que alguna vez los tuviste, ni ellos a ti ¿entiendes? - le propuso dulcemente Anne, acariciándole la mejilla con su mano suave como seda.
La memoria, al igual que el tiempo, puede ser peligrosa, y causar sufrimiento, pero también es invaluable... Como si se representara otra vez ante ella, vio una reunión de la Orden que ahora sabía era la continuidad de una mucho más antigua, pero en esta sólo cuatro se sentaban a la mesa, incluída ella.
Hablaban de la vida y la muerte, algo muy usual en ellas, que apreciaban una, y respetaban por lo tanto la otra. Blibbers había dicho, con mucha razón en el tema que hablaban, que la vida era un precio demasiado alto, uno que no pagaría, hasta que Lik - para variar - había retomado el razonamiento, asegurando lo que aún resonaba en los oídos atentos de la bruja de ojos esmeralda: "Por un amigo, lo pago con gusto...cualquier mal se vuelve más soportable, si es con la esperanza de contar con los que amamos, incluso la muerte...".
Hila siempre lo había sabido, esa era su filosofía, esa era su manera de vivir... y sería fiel a ello.
- Ya lo decidí, es lo correcto. Elijo cargar con el peso de la memoria, pero con ellos a mi lado, como debe ser - anunció con mirada de determinación.
- ¿Segura? -
- Completamente - le sonrió a quien tanto admiraba y apreciaba, que a su vez devolvió la sonrisa, igual de brillante que la de Hil, un refugio en medio de la tormenta.
- Entonces ya sabes lo que tienes que hacer... ve, sigue a tu estrella. El can sabrá hallarse, no te preocupes por él - le indicó, abrazándola con cariño.
- ¿Volveré a verte? -
- Espero que no pronto, mi niña... Pero si lo necesitas, siempre podrás buscarme... En los ojos de tu madre, en los tuyos propios. Ahora ve. ¡Y tú también! - reprendió al cachorro, que saltó al suelo y correteó hacia un lejano punto luminoso, al tiempo que Hila se enroscaba como serpiente alrededor del pilar, y este ardía como una poderosa antorcha.
Anne, el ocaso, todo fue consumido por la luz, cada contorno desdibujado, y cada sombra deshecha en brillo, hasta que fue imposible ver, porque todo estaba ahí al mismo tiempo.

Las rodillas cedieron y...
Un minuto... ¿rodillas?
El reloj estaba lleno en la parte inferior, y el puñal hundido en el espejo, en el que Hila vió al instante que era Leon quien la sostenía, quien la había recibido antes que se derrumbara en el suelo tras soltar el puñal.
- Hi... - quiso decir alarmado el delgado jovencito, más en el beso se ahogaron las palabras que tanto deseaba trazar. Cerró los verdes ojos que tanto habían visto y se abandonó a lo que más había deseado desde hacía mucho más tiempo de lo que ella misma imaginaba.

Lento, como saboreando el instante, la jóven volvió a abrir los ojos, ansiosa por ver en los de aquél a quien amaba más que a nada en el mundo, mas se encontraba sola en medio de la cocina de su casa, recostada en un colchón, con su celular intacto a medio metro y eran unas voces que conocía muy bien las que murmuraban afuera, entre la curiosidad y el miedo de hallarse en falta.
Aquél sonido le dijo que su primera corazonada era correcta y, antes de considerar un solo dato más, se irguió como un resorte, y salió a los trompicones al encuentro de sus amigas, las dos apiñándose interesadas para ver el contenido de una caja.
El gesto de Hil fue tan leve, que ni siquiera podría habérsela acusado de hacerlo, pero fue suficiente para que el paquete se encendiera en llamas, obligando así a Ara y Blibbers a soltarlo.
Ambas se volvieron pasmadas hacia su amiga, cuyo corazón quería saltarle del pecho, y reclamaron una explicación, en el mismo instante en que Joan y una de sus compañeras de clases, salían por la puerta balcón, atraídas por el alboroto.
- ¿Hila? ¿Qué pasa? -
- ¡Shhhhh! Algo se estaba prendiendo fuego – señaló, asintiendo en dirección a la humeante caja entre Ara y Blibbers – Vuelvan adentro antes que mamá y papá se despierten – las instó, haciéndoles señas a las otras dos para que le siguieran la corriente y entraran, de modo que las niñas obedecieran.
Cuando las dos pequeñas y las mayores hubieron transpasado el umbral de la puerta, Hil se volvió y recogió de entre los restos de la caja una pequeña clepsidra de vidrio, que aferró en el puño al tiempo que algo sobre el cerco se movía, atrayendo su atención. Por menos de dos segundos, la chica de ojos esmeralda distinguió la silueta de una persona, antes que se deshiciera en algo semejante a los restos harapientos de una capa.
Eso le trajo el recuerdo que faltaba, haciéndola entrar prácticamente en dos zancadas a la casa, con el corazón latiéndole en la boca – o eso sentía ella, claro -.
- Hila, ¿se puede saber qué dem...? – comenzó Ara cuando le pasó al lado como una bala, ignorándola por completo, antes de respirar con alivio.
Bajo un montón de acolchados, precisamente en el colchón contiguo al que ella misma había ocupado, la dueña de casa reconoció el bulto que no era sino su mejor amiga, hecha un ovillo y dormida como si nada en el mundo fuera a interrumpir su paseo por otros dominios.
- ¿Lik? -
No fue necesario un segundo intento, y la otra se volvió bostezando a enfrentar aquellos ojos que tanto apreciaba.
- Mmmm... Hola amiga... ¿Tuviste una pesadilla? – le preguntó somnolienta, apenas consciente de las miradas de incomprensión de las otras dos.
Una risa que hacía tiempo quería salir escapó del mismo pecho de Hil, antes que cobijara mejor a su compañera al tiempo que le respondía.
- Sí... Pero ya está... Mañana les contaré mejor. Perdona que te despertara, Lik, sigue durmiendo -
El celular vibraba, y era Leon quien trataba de comunicarse con la dueña de casa, de manera que ella les hizo señas a las restantes y se fue al living para atender el llamado.
Leon tenía mucho que contarle, así que habían acordado reunirse al día siguiente, cuando las otras amigas de Hil ya no estuvieran reclamando su atención. Feliz, a falta de mejor término para describirlo, la Druid del Fuego regresó al encuentro de sus invitadas, sus amadas amigas, descubriéndolas a todas dormidas y sonriéndose en medio de un amplio bostezo.
Regresó a su lugar con tanto sigilo como pudo y, cuando ya se disponía a descansar al fin, oyó la voz de su amiga, espabilada sin duda.
- ¿Hila? -
- ¿Sí? -
- ¿Qué me dirías... si te dijera que sé lo que soñaste? – inquirió prudentemente la otra, volviéndose en la obscuridad para mirar a su amiga aún sin verla.
Hila lo consideró y ya cediendo al cansancio suspiró.
- Que no me extraña... ¿qué me dirías si te dijera que no fue un sueño? -
- Mmm... Que hubiera sido el más raro de toda mi vida -
Con eso, Hil cedió por completo al cansancio y se dejó llevar, sabiendo que nada podía dañarla ya, y regodeándose en conocer la mayor fortuna de todas, reunida toda bajo un mismo techo, sobre el que la lluvia comenzaba a salpicar.

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Anne asentía conforme su sobrina se convencía de su identidad y entendía los porqués de lo ocurrido, el más liberador de los sentimientos que podría experimentar.
Entonces, llegó ante una falla.
- ¿Entonces por qué no pude curar a Likeia? ¿Por qué tuvo que morderla Geri? -
- He ahí la pregunta que nos trajo a esto, ¿cierto? Tu amiga, Hila, debía morir, había tomado una decisión al desobedecerle a Blibs, al desobedecerte a ti por Geri... La primera vez que te desobedeció, fue al alzar la caja que te correspondía en tu casa, y desencadenó con ello todo lo que desde entonces vivieron hasta este momento. La segunda, por intentar proteger a Gerdel, por defenderlo es que lo perdió para siempre. Por eso no pudiste curarla. Ni siquiera tú tenías derecho a interferir con el curso del Destino, hay acciones que no tienen vuelta atrás... Es la misma razón por la que tampoco ha utilizado su poder. Tus amigas y tú debieron pasar por la prueba al otro lado del espejo, para elegir. Su maldad en lo bueno es necesaria, sí, pero ahora la gobiernan. Eso es lo que Likeia no puede hacer a causa de su elección... Hay un lado obscuro que está aún muy lejos de controlar, y una nobleza a la que se aferra -
- Lik siempre me ha defendido, a todos a los que pudo... Ni siquiera tendría que haber pasado por el espejo... - sentenció Hil, que no estaba dispuesta a escuchar una sola palabra en contra de la que consideraba su mejor amiga.
- Estrella mía, sé que así lo sientes, pero la mayor diferencia entre ustedes dos, reside en el hecho de que tú seguiste luchando cuando lo creíste todo perdido, estabas dispuesta a continuar en tu postura... Pero Lik, ella sabe muy bien que, de no estar tú, cedería por completo a todo contra lo que ha luchado, cualquier medio sería aceptable para vengarse. Tenía que pasar su propia prueba... Tenía que hacerlo, porque la única manera de que pasara contigo como lo hizo, era que pudieran ponerse la una en el lugar de la otra en el mismo instante... y eso conlleva algo que no estaba previsto... su vida era el precio necesario... y como tú debía cederla ella misma - le explicó la mujer, señalando el lejano pilar vacío - Tú lo has dado todo por los demás, incluso por los que te traicionaron, es tu naturaleza, pero más importante aún, tu decisión... y ahora queda una última por tomar -
- ¿Otra? Son demasiadas para un sólo día, ¿no crees? - bufó la chica, dedicándole una sonrisa al cachorro que seguía echado a su lado, tironeándole de la ropa con descaro.
- Sí... pero ya has probado el amargo sabor de la decepción alma mía, sabes que no puedes esperar que de tus buenas acciones obtengas respuesta similar... Todo lo sucedido es real, como un escrito en papel... sólo falta el lacre para que se convierta en una carta.. Tienes que elegir tu regreso -
Hila escuchó con toda su atención, aunque de cierto modo como expectadora de un evento que ya le era ajeno, de algo que había ocurrido mucho tiempo atrás.
- Puedes regresar al momento en que aún no habías conocido a tus tres amigas, incluso a Marin. Olvidarás que todo esto pasó, serás la Druid del Fuego como te corresponde, pero no tendrás que pasar por esto, ninguna tendrá que hacerlo. Cada cosa será como la conoces, pero ninguno sabrá la causa -
Hil se levantó y apoyó al cachorro sobre el pilar y consideró la propuesta.
- ¿Cuál es la otra? - preguntó con cautela, volviéndose hacia aquella mujer que siempre le había traído paz.
- Puedes regresar en el instante en que el último grano de arena estaba cayendo -
- ¿Pero entonces... todo lo que pasó... la traición de Cirö... de Marin... Leon la odiará por mi culpa, Sergei...? ¿Todos lo recordarán? -
- No, sólo tú. Para ellos el recuerdo se hará cada vez más vago -
Entre más lo consideraba más le atraía la primera opción. Saber es doloroso, el conocimiento siempre resulta en algún punto una carga, uno es reponsable por lo que sabe. Olvidar era mucho más sencillo... Olvidar la libraría del rencor, de la culpa.
- ¿Pero si lo olvido, cómo es que evitaré que esto suceda? ¿Qué evitará que tenga que pasar de nuevo por la prueba? -
- Que olvides no significa que los eventos se borren... Esto no será necesario, ya habrá ocurrido -
Era lo mejor... No sólo por ella... Sus amigos habían sufrido mucho. Ara y Blibbers habían tenido que cargar en silencio el enorme peso de saber a qué se enfrentaban sin poder revelárselos a sus otras dos amigas... y Lik... tendría que perder a Geri cuando acababa de hallarlo, cargar con una maldición que ni siquiera podía terminar de despreciar... Era mejor olvidar.
Lamentablemente para ella, Hila tenía la impronta y mirando al cachorro directo a los ojos, dijo en un murmullo:
- Pero nunca los conoceré, ¿cierto? Ese es el precio... Si vuelvo atrás y esto no sucede, jamás conoceré a Leon... ni a Marin o a Cirö... No conoceré a Ara, ni a Blibbers... a ninguna,
¿verdad? -
- Es probable... Te ahorrarás de conocer a Sergei, de que todos te usen... -
- Pero no los conoceré... - repitió bajando la cabeza.
- No lo sufrirás, estrella, porque no recordarás que alguna vez los tuviste, ni ellos a ti ¿entiendes? - le propuso dulcemente Anne, acariciándole la mejilla con su mano suave como seda.
La memoria, al igual que el tiempo, puede ser peligrosa, y causar sufrimiento, pero también es invaluable... Como si se representara otra vez ante ella, vio una reunión de la Orden que ahora sabía era la continuidad de una mucho más antigua, pero en esta sólo cuatro se sentaban a la mesa, incluída ella.
Hablaban de la vida y la muerte, algo muy usual en ellas, que apreciaban una, y respetaban por lo tanto la otra. Blibbers había dicho, con mucha razón en el tema que hablaban, que la vida era un precio demasiado alto, uno que no pagaría, hasta que Lik - para variar - había retomado el razonamiento, asegurando lo que aún resonaba en los oídos atentos de la bruja de ojos esmeralda: "Por un amigo, lo pago con gusto...cualquier mal se vuelve más soportable, si es con la esperanza de contar con los que amamos, incluso la muerte...".
Hila siempre lo había sabido, esa era su filosofía, esa era su manera de vivir... y sería fiel a ello.
- Ya lo decidí, es lo correcto. Elijo cargar con el peso de la memoria, pero con ellos a mi lado, como debe ser - anunció con mirada de determinación.
- ¿Segura? -
- Completamente - le sonrió a quien tanto admiraba y apreciaba, que a su vez devolvió la sonrisa, igual de brillante que la de Hil, un refugio en medio de la tormenta.
- Entonces ya sabes lo que tienes que hacer... ve, sigue a tu estrella. El can sabrá hallarse, no te preocupes por él - le indicó, abrazándola con cariño.
- ¿Volveré a verte? -
- Espero que no pronto, mi niña... Pero si lo necesitas, siempre podrás buscarme... En los ojos de tu madre, en los tuyos propios. Ahora ve. ¡Y tú también! - reprendió al cachorro, que saltó al suelo y correteó hacia un lejano punto luminoso, al tiempo que Hila se enroscaba como serpiente alrededor del pilar, y este ardía como una poderosa antorcha.
Anne, el ocaso, todo fue consumido por la luz, cada contorno desdibujado, y cada sombra deshecha en brillo, hasta que fue imposible ver, porque todo estaba ahí al mismo tiempo.

Las rodillas cedieron y...
Un minuto... ¿rodillas?
El reloj estaba lleno en la parte inferior, y el puñal hundido en el espejo, en el que Hila vió al instante que era Leon quien la sostenía, quien la había recibido antes que se derrumbara en el suelo tras soltar el puñal.
- Hi... - quiso decir alarmado el delgado jovencito, más en el beso se ahogaron las palabras que tanto deseaba trazar. Cerró los verdes ojos que tanto habían visto y se abandonó a lo que más había deseado desde hacía mucho más tiempo de lo que ella misma imaginaba.

Lento, como saboreando el instante, la jóven volvió a abrir los ojos, ansiosa por ver en los de aquél a quien amaba más que a nada en el mundo, mas se encontraba sola en medio de la cocina de su casa, recostada en un colchón, con su celular intacto a medio metro y eran unas voces que conocía muy bien las que murmuraban afuera, entre la curiosidad y el miedo de hallarse en falta.
Aquél sonido le dijo que su primera corazonada era correcta y, antes de considerar un solo dato más, se irguió como un resorte, y salió a los trompicones al encuentro de sus amigas, las dos apiñándose interesadas para ver el contenido de una caja.
El gesto de Hil fue tan leve, que ni siquiera podría habérsela acusado de hacerlo, pero fue suficiente para que el paquete se encendiera en llamas, obligando así a Ara y Blibbers a soltarlo.
Ambas se volvieron pasmadas hacia su amiga, cuyo corazón quería saltarle del pecho, y reclamaron una explicación, en el mismo instante en que Joan y una de sus compañeras de clases, salían por la puerta balcón, atraídas por el alboroto.
- ¿Hila? ¿Qué pasa? -
- ¡Shhhhh! Algo se estaba prendiendo fuego – señaló, asintiendo en dirección a la humeante caja entre Ara y Blibbers – Vuelvan adentro antes que mamá y papá se despierten – las instó, haciéndoles señas a las otras dos para que le siguieran la corriente y entraran, de modo que las niñas obedecieran.
Cuando las dos pequeñas y las mayores hubieron transpasado el umbral de la puerta, Hil se volvió y recogió de entre los restos de la caja una pequeña clepsidra de vidrio, que aferró en el puño al tiempo que algo sobre el cerco se movía, atrayendo su atención. Por menos de dos segundos, la chica de ojos esmeralda distinguió la silueta de una persona, antes que se deshiciera en algo semejante a los restos harapientos de una capa.
Eso le trajo el recuerdo que faltaba, haciéndola entrar prácticamente en dos zancadas a la casa, con el corazón latiéndole en la boca – o eso sentía ella, claro -.
- Hila, ¿se puede saber qué dem...? – comenzó Ara cuando le pasó al lado como una bala, ignorándola por completo, antes de respirar con alivio.
Bajo un montón de acolchados, precisamente en el colchón contiguo al que ella misma había ocupado, la dueña de casa reconoció el bulto que no era sino su mejor amiga, hecha un ovillo y dormida como si nada en el mundo fuera a interrumpir su paseo por otros dominios.
- ¿Lik? -
No fue necesario un segundo intento, y la otra se volvió bostezando a enfrentar aquellos ojos que tanto apreciaba.
- Mmmm... Hola amiga... ¿Tuviste una pesadilla? – le preguntó somnolienta, apenas consciente de las miradas de incomprensión de las otras dos.
Una risa que hacía tiempo quería salir escapó del mismo pecho de Hil, antes que cobijara mejor a su compañera al tiempo que le respondía.
- Sí... Pero ya está... Mañana les contaré mejor. Perdona que te despertara, Lik, sigue durmiendo -
El celular vibraba, y era Leon quien trataba de comunicarse con la dueña de casa, de manera que ella les hizo señas a las restantes y se fue al living para atender el llamado.
Leon tenía mucho que contarle, así que habían acordado reunirse al día siguiente, cuando las otras amigas de Hil ya no estuvieran reclamando su atención. Feliz, a falta de mejor término para describirlo, la Druid del Fuego regresó al encuentro de sus invitadas, sus amadas amigas, descubriéndolas a todas dormidas y sonriéndose en medio de un amplio bostezo.
Regresó a su lugar con tanto sigilo como pudo y, cuando ya se disponía a descansar al fin, oyó la voz de su amiga, espabilada sin duda.
- ¿Hila? -
- ¿Sí? -
- ¿Qué me dirías... si te dijera que sé lo que soñaste? – inquirió prudentemente la otra, volviéndose en la obscuridad para mirar a su amiga aún sin verla.
Hila lo consideró y ya cediendo al cansancio suspiró.
- Que no me extraña... ¿qué me dirías si te dijera que no fue un sueño? -
- Mmm... Que hubiera sido el más raro de toda mi vida -
Con eso, Hil cedió por completo al cansancio y se dejó llevar, sabiendo que nada podía dañarla ya, y regodeándose en conocer la mayor fortuna de todas, reunida toda bajo un mismo techo, sobre el que la lluvia comenzaba a salpicar.