HOME | DD

Description
...Algunos de nosotros hemos peleado ésta guerra por años...
A otros más, he visto nacer en el campo de batalla.
Éste es el único hogar para los que vivimos de la muerte.
Los lamentos de moribundos, el crepitar de las villas en llamas, son el arrullo para nuetros hijos.
Los jóvenes cargan fieramente, como una vez lo hiciéramos nosotros. Me llena de orgullo; y de pena, el verles correr hacia la masacre, leales a nuestro Señor, hasta su triste final.

He cometido el error de vivir lo suficiente para darme cuenta que nuestro sudor, la sangre que hemos derramado en nombre de Dios jamás será recompensada.
Más de una vez he visto a mis hermanos morir, asiendo con fuerza el puño de sus espadas, con una mueca suprema en sus rostros; el amalgama de la sorpresa, la amarga cólera y la última esperanza de ser ungidos de gloria en la muerte, como jamás lo fuimos en vida.

¿Gloria? Con sangre nos han ungido la frente.
Con las entrañas del valiente caballero que defendió su patria hasta la muerte.
Con las últimas lágrimas de una joven viuda.
Con el llanto desgarrador de un infante que muere de soledad.

Es el único anhelo de un viejo, abandonar la espada en medio del campo. Arrancarse del pecho la insignia que con tanta sangre se ha teñido de carmín.
Pero es sólo un sueño, en lo más profundo de mi ser, oculto y temeroso de ver en aquello en que me he convertido.
Aún en las noches, cuando los demás curan sus heridas y cuentan las historias detrás de sus cicatrices, aún mi mente me lleva a lejanos confines, con el aroma de las violetas y con el cálido resplandor del oro.
Sueño, deseo con toda la fuerza de mi ser, y por esos breves momentos lo sé.
Mañana.
Mañana correremos a casa.

Correremos a casa, transportados por el júbilo a otros tiempos. Correremos a nuestro hogar, a derramar lágrimas de gozo por nuestros hijos que jamás nacieron.
Correremos a caer en los dulces brazos del amor jamás consumado.
Correremos, en fin, a postrarnos. A postrarnos con los ojos arrasados de llanto, suplicantes, frente al cielo.
Frente a nuestras familias.
Frente a todos aquellos que alguna vez nos llamaron “héroes”...
Y pediremos perdón.

Description
...Algunos de nosotros hemos peleado ésta guerra por años...
A otros más, he visto nacer en el campo de batalla.
Éste es el único hogar para los que vivimos de la muerte.
Los lamentos de moribundos, el crepitar de las villas en llamas, son el arrullo para nuetros hijos.
Los jóvenes cargan fieramente, como una vez lo hiciéramos nosotros. Me llena de orgullo; y de pena, el verles correr hacia la masacre, leales a nuestro Señor, hasta su triste final.

He cometido el error de vivir lo suficiente para darme cuenta que nuestro sudor, la sangre que hemos derramado en nombre de Dios jamás será recompensada.
Más de una vez he visto a mis hermanos morir, asiendo con fuerza el puño de sus espadas, con una mueca suprema en sus rostros; el amalgama de la sorpresa, la amarga cólera y la última esperanza de ser ungidos de gloria en la muerte, como jamás lo fuimos en vida.

¿Gloria? Con sangre nos han ungido la frente.
Con las entrañas del valiente caballero que defendió su patria hasta la muerte.
Con las últimas lágrimas de una joven viuda.
Con el llanto desgarrador de un infante que muere de soledad.

Es el único anhelo de un viejo, abandonar la espada en medio del campo. Arrancarse del pecho la insignia que con tanta sangre se ha teñido de carmín.
Pero es sólo un sueño, en lo más profundo de mi ser, oculto y temeroso de ver en aquello en que me he convertido.
Aún en las noches, cuando los demás curan sus heridas y cuentan las historias detrás de sus cicatrices, aún mi mente me lleva a lejanos confines, con el aroma de las violetas y con el cálido resplandor del oro.
Sueño, deseo con toda la fuerza de mi ser, y por esos breves momentos lo sé.
Mañana.
Mañana correremos a casa.

Correremos a casa, transportados por el júbilo a otros tiempos. Correremos a nuestro hogar, a derramar lágrimas de gozo por nuestros hijos que jamás nacieron.
Correremos a caer en los dulces brazos del amor jamás consumado.
Correremos, en fin, a postrarnos. A postrarnos con los ojos arrasados de llanto, suplicantes, frente al cielo.
Frente a nuestras familias.
Frente a todos aquellos que alguna vez nos llamaron “héroes”...
Y pediremos perdón.