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17 de diciembre de 1973

Marisa despertó en un lugar extraño. Nunca había estado allí, era seguro. Trató de levantarse, mas se sintió débil. Se preguntaba que había sido del señor Kanon. Ella había decidido hacerle compañía, sabiendo que iba a morir. Ni siquiera había tratado de abrir la prisión para liberarlo, no tenía la fuerza suficiente.

"Nunca la he tenido" pensó con tristeza. "Para el señor Kanon, siempre he sido un cero a la izquierda".

Estaba cavilando, cuando llegaron dos personas. Ambas eran féminas, una de ellas adulta y la otra, una niña.

—Ya despertó la señorita, maestra Natalia…— dijo la niña, en tono serio.

—Sarahí te encontró en la prisión de Cabo Sunión— dijo la adulta, que respondía al nombre de Natalia —me pregunto qué haría una mujer como tú allí. No luces como una traidora, pero tampoco tienes el cosmos de un Santo de Atenea.

Marisa se sintió atrapada, de pronto. No tenía otra opción que la de ser sincera.

—Estaba allí porque el señor Kanon fue encarcelado por el señor Saga en la prisión— ya lo había dicho.

—No tenías la intención de liberarlo, sino de morir… no te puedo juzgar. Yo misma me encuentro así— respondió Natalia —Saga mandó matar a mi amado Aiolos de Sagitario.

—¿Qué ha dicho? Pero… pero eso es imposible. El señor Saga no haría algo así.

—Yo lo hubiera creído hace un año, pero ahora no es más que un traidor y un impostor. Se está haciendo pasar por el Patriarca— Sarahí decidió intervenir. Podía tener solamente siete años, pero no era una idiota que comprara el cuento de que Aiolos tratara de matar a Atenea. Era más, creía que Atenea no estaba en su Santuario, porque el Santo de Sagitario la había salvado de las garras del geminiano.

En cuanto a la escudera, ahora había comprendido por qué Kanon se encontraba en Cabo Sunión. Sus ojos melancólicos se volvieron de pronto fríos. Miró a ambas mujeres, decidida.

—Si me permiten seguirlas a donde quiera que vayan, lo haré. Me llamo Marisa. Hasta hace unos días yo era la escudera de Saga de Géminis. Seguramente, él me cree muerta… nada me une a este lugar.

—Bien, Marisa. Yo soy Natalia de Vespa y esta niña es mi alumna Sarahí. Su armadura será la de Honores Frederici y ella será la líder de los Santos Sonotas. Nos iremos a Austria, para que mi discípula termine con su entrenamiento. En cuanto eso suceda, yo renunciaré al Santuario. No quiero tener nada que ver con Saga de Géminis.

La niña permanecía estoica, con expresión severa mientras escuchaba lo que le decía su maestra. La escudera ya había tomado su decisión. Seguiría a Natalia y a Sarahí… además, también quería dejar por completo el Santuario. Educaría a una sucesora como escudera. Esta niña serviría a Sarahí. Mientras la educaba, ella serviría a Natalia.

Kanon había deseado solamente que Marisa regresara con Saga. Pero ella había ido más allá. Decidió ser libre de una vez.